¿A quién no le suenan los nombres de “Sandy Lane”, “New York People”, “Betelgeuse”, “ZC” ó “Infierno”? . Sin duda alguna, todo aquel que vivió su adolescencia ó su juventud en los dorados 80′s de seguro bailó y se divirtió con lo fue un icono y parte de la cultura de una época: Las Minitecas.
“La Caravana” era una carreta, réplica exacta y fiel de aquellas del lejano oeste que veíamos en películas. En su interior habían equipos básicos para animar una fiesta: amplificador, plato, deck, etc.. Unos barriles de whisky servían de soporte para las cornetas. En aquella época, el no identificado dueño de “La Caravana” logró cierta popularidad amenizando fiestas en zonas como El Paraíso, Santa Mónica, Montalbán, Bello Monte y Los Chaguaramos.
En 1978, y como parte de la celebración de una fiesta pro-graduación del Colegio San Agustín, Radio Capital AM 710 decidió organizar la primera “Guerra de Minitecas“. A pesar de lo improvisado del evento, y con muy pocos recursos de iluminación y sonido por parte de los participantes, se logró concentrar a las primeras minitecas que existían en Venezuela.
En 1979 se organizó la segunda “Guerra de Minitecas“, pero en esta oportunidad se establecieron ciertas reglas como, por ejemplo: de 10 a 15 mezclas en sets de 15 minutos y el uso obligatorio de jingles que identificaran a cada miniteca.
Este segundo evento fue igual de exitoso que el primero y logró concentrar a un aproximado de 10.000 personas. Con nombres mayormente en inglés, pero que traducidos al español no tenían significado coherente alguno, estas minitecas lograron cautivar al público con sus estructuras hechas en madera, formica y forradas en terciopelo.
Entre el público asistente a la “Guerra de Minitecas” estaban quienes, al poco tiempo, se convertirían en los dueños de verdaderos “mounstros” del sonido: “Sandy Lane” y “Betelgeuse“.
Locutores como Jesús Leandro, William Lara, Enrique Hoffman, Carlos Eduardo Ball y Waldemaro Martínez eran contratados por los “minitequeros” (como se les decía en aquella época a los dueños de minitecas) para grabar jingles que aún muchos de nosotros recordamos: “Sonido…Sandy Lane“, “El poder New York, New York“, “ZC es…Control Total“, etc.
El negocio de las minitecas se propagó rápidamente y era toda una industria. Cada miniteca vendía cintas de audio (cassettes) con un set de 30 minutos por cada lado y se podían conseguir en Bs. 100,oo (el precio de cada cassette virgen, para la época, era de Bs. 20 ó 30 dependiendo de la marca). “Sandy Lane” incluyó en sus presentaciones a Tony Scott, un “show man” que, inicialmente, animaba un programa por Venezolana de Televisión, canal 8, llamado “Disco Fiebre“. Tony bailaba, cantaba rap y se encargaba de contagiar de su entusiasmo a todos los asistentes. La iniciativa de “Sandy Lane” fue tan exitosa que las demás minitecas decidieron adoptar esta modalidad en sus presentaciones. Por su parte la “New York New York” incluyó al DJ Bobby Smith en sus presentaciones.
Ya para finales de 1980, principios de 1981, las minitecas eran un fenómeno. Cada uno de nosotros presumía de tener o de conocer una miniteca, y tener un cassette de una de ellas era considerado casi que un privilegio y te hacía ver “popular”. La fiebre había incorporado en la competencia a nuevos nombres como “Lighting“, “The Drop“, “Fahrenheit“, “Infierno“, “Excalibur“, “Dr Mix“, “Mad Ness“, “Rainbow“, “Magique“, “La Rockola“, “Dislike“, “Explosion People“, “Scaen“, “Ambitus ” y muchas otras. La competencia fue arreciando y cada una de las minitecas buscaba armarse los mejores equipos de audio e iluminación, llegando a ser estos, incluso, más importante que el DJ.
“Sandy Lane“, según quien fue su dueño, siempre innovaba y en cada presentación aparecían con un invento nuevo. En las presentaciones habían presuntos “espías” que aprovechaban los descuidos de los chicos y se encargaban de tomar nota de cada invención, o nuevo aditamento, con el fin de copiarlos ó robarles las ideas.
Por su parte “New York New York” que hizo su debut en 1982, fue la primera miniteca en traer a Venezuela, importado de Europa, un sistema de luces que convertían cada salón de fiesta en una discoteca.
Por otro lado, “Betelgeuse“, no escatimó esfuerzos al incorporar, en sus presentaciones, una máquina de humo de fabricación casera utilizando sólo una aspiradora, hielo seco y un pipote.
En 1983 el negocio se había multiplicado y los “Minitequeros” ya habían solventado ciertos detalles técnicos que ocurrían en las presentaciones, como quemar equipos, cables achicharrados, apagones totales en edificios y otros problemas que a menudo surgían inesperadamente en las presentaciones.
El negocio creció vertiginosamente y los dueños de minitecas, que habían tomado todo al principio como un hobbie, ya eran empresarios con tan sólo 20 años. Cada miniteca tenía un promedio aproximado de entre 20 – 25 presentaciones en un mes (cada una por un precio aproximado de Bs. 5.000 por 6 horas), cada una tenía sus propios camiones y trailers identificados, sus propios “Show man” y no solamente se dedicaban a mezclar New Wave, sino que incluyeron en sus presentaciones salsa, merengue, pasodoble y rock. Los dueños de las minitecas gozaban de total autonomía económica y se permitían el lujo de viajar cada mes al exterior a fin de traer equipos y música.
La última “Guerra de Minitecas” fue realizada en el año 1985 con el patrocinio de la emisora Caracas 750 AM (anteriormente Radio Caracas Radio) y la gran atracción fue ver a Tony Scott lanzarse en rapel desde las luces del techo vestido con un traje de la fuerza aérea. En esta oportunidad se presentaron hechos violentos protagonizados por pandillas de la zona de Santa Mónica y la Hermandad Gallega. Igualmente, las patotas de “Anticristos”, “Gladiadores” y “Centuriones” ponían en peligro la seguridad del evento por la ya nombrada violencia; razón por la cual se decidió no organizar más eventos de este tipo en el futuro.
Aunque esa fue la última “Guerra de Minitecas” que se realizó, la fiebre de las minitecas continuó en auge por unos cuantos años más, pero enfocada más a grandes eventos multitudinarios.
En 1984, “Sandy Lane” fue vendida al dueño de “Betelgeuse” (en una transacción “millonaria” por aproximadamente 2 millones de bolívares), quien a su vez terminó comprando otras minitecas como “The Drop” y “Empire“. Carlos Bóveda (Charly) dueño antiguo de “Sandy Lane” alega que vendió todos los equipos por sus compromisos universitarios y por cansancio.
Aunque Johnny Cabrera, dueño de “Betelgeuse“, “Sandy Lane“, “The Drop” y “Empire” dice que vendió todos los equipos de las minitecas a una empresa proveedora de audio e iluminación y que estas ya no suenan, aún la denominación comercial, o razón social, se conserva y es común verlas animar grandes eventos conservando la misma identificación (tips o jingles) que usaban en sus mejores tiempos…
Hoy en día “New York New York” sigue sonando y no ha cambiado de dueño. Sigue presentándose con el nombre que tuvo que adoptar en la década de los 80: “New York People“, luego que se entablara una disputa legal por el nombre, con el club “New York New York” que funcionaba en el Centro Comercial Concresa. Según su dueño, la miniteca no ha sido vendida por razones sentimentales, ya que actualmente se dedica al negocio de la construcción.
En La Actualidad
Quienes en su juventud fueron “empresarios minitequeros” hoy de dedican a otra actividad:
Carlos Bóveda, dueño fundador de “Sandy Lane”, es un reconocido odontólogo.
Jhonny Cabrera, quien en principio fuera dueño de “Betelgeuse” y, posteriormente de “Sandy Lane” y otras más, es hoy presidente de la empresa productora de espectáculos “Water Brothers de Venezuela“.
José Antonio Escobar (mejor conocido como Tony Scott, “Show Man” de “Sandy Lane“) se desempeña en la FM 92.9 de Caracas como Gerente de Audio y Tecnología.
Massimo Coletta, dueño y fundador de “New York New York” (“New York People“) se dedica al negocio de la construcción, pero aún conserva sus minitecas y las regenta.
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